jueves, 16 de febrero de 2012

"La 'Resurrección' según Dudamel abrió el ciclo Mahler" de la periodista Ana María Hernández.

El pasado jueves 9 de febrero de 2012 a las 12:00 AM la periodista de "Arte y Entretemiento" del periódico El Universal, publicó una nota en la cual hacía referencia a el concierto realizado el martes 9 de febrero en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, Venezuela, en el mismo participaron el Director venezolano Gustavo Dudamel, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, la mezzo soprano Anna Larsson, la soprano Klara Ek y coralistas.

El día de hoy prestamos el espacio de Pro Música Venezuela para publicar esta interesante carta dirigida a la periodista Ana María Hernández G., autora de la nota en cuestión. En ésta, el director venezolano Leonardo Montúfar, formado en el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, educado en el Conservatorio de Música Simón Bolívar de Venezuela y testigo del concierto al cual hace referencia el artículo, expone de manera muy clara su punto de vista con respecto al testimonio dado por la periodista. Señalando los errores escritos en la misma.

A continuación el link del artículo publicado por la periodista Ana María Hernández G., para la sección de "Arte y Entretenimiento" del El Universal.


Seguidamente la respuesta del Director Leonardo Montúfar:

CARTA ABIERTA A ANA MARÍA HERNÁNDEZ G.
(Periodista de Arte y Entretenimiento de El Universal)

Por: Leonardo Montúfar · Publicado el 15/02/2011.

Estimada señora Hernández: El pasado martes 9 de febrero fui uno de los testigos y afortunados asistentes a uno de los conciertos más memorables e históricos de nuestro país y quizá del mundo, por la proeza que significa hacer ¡dos veces! todo el Mahler sinfónico, en tan solo tres semanas. Digo proeza porque es un reto enorme, tanto para el director, como para las orquestas, coros y solistas debido al alto nivel musical, de disciplina, e incluso físico que deben poseer los mismos. Allí pude escuchar una de las obras más increíblemente gloriosas que se hayan podido escribir, de la cual quede prendado desde la primera vez que la escuche hace ya ocho años y a la que he denominado personalmente “la obra que más cerca nos hace estar de Dios”. Fue un concierto de un altísimo nivel interpretativo no solo por la magistral dirección del maestro Gustavo Dudamel, sino por que es una de las sinfonías más trabajadas y depuradas de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, quienes la han tomado como algo casi propio y la conocen al detalle. Sin embargo pasados unos días me tope por casualidad con un artículo de su autoría, el cual fue publicado por El universal, y debo confesar que al principio creí que se trataba de una broma de mal gusto, pero al terminar de leerlo lastimosamente comprendí que era algo real y sentí pena ajena. ¡Comenzó muy bien! Me sentí identificado y reviví los primeros momentos del concierto, el protocolo, la atmósfera, la magia del público, el escenario, y sobretodo el salto que dimos para ovacionar el todo que conformó ese concierto, pero luego, vino el desaliento e incluso la frustración y porque no decirlo, la impotencia, lo cual me llevó a escribir esta carta. Al respecto de sus críticas, las cuales copiaré textualmente, quisiera hacerle algunas aclaratorias: “Durante un tiempo desafinó la orquesta, cosa que se rectificó en una pausa entre movimientos, y que fue aprovechado por algunos del público para aplaudir.” En primer lugar, la orquesta nunca desafinó, si se basa en la pausa que se tomó el director entre el primer y segundo movimiento le aclaro que dicha pausa es textualmente exigida en la partitura por el compositor de la siguiente manera: “Hier folgt eine Pause von mindestens 5 Minuten.” Lo cual traduce “Aquí hacer una pausa de al menos 5 minutos.” Hay diversas teorías del por qué de esta pausa, la más considerada es que el compositor quería romper completamente la atmósfera del primer movimiento con respecto al segundo. Todas las orquestas sinfónicas del mundo aprovechan esta pausa para rectificar la afinación, y no necesariamente porque vengan padeciendo este problema, se podría decir que es algo espontáneo. Además, considerando la dificultad de la obra, el tema “desafinación” es algo casi absurdo, tomando en cuenta que quien decide hacer una sinfonía de Mahler está por encima de esos aspectos básicos. En cuanto a los aplausos del público mi opinión se divide entre quienes lo hicieron por la altísima calidad del primer movimiento y quienes aplaudieron por ignorancia ya que supe de algunas personas, como por ejemplo quien se encontraba sentado a mi derecha, que asistieron por la denominada “dudamelmanía”, y para quienes este era su primer concierto sinfónico en la vida. Esto quedó evidenciado en la irrupción de aplausos a mitad de movimiento, específicamente luego del Molto pesante, el cual crea la sensación de culminación, poniendo en evidencia a cualquier asistente novato que se haya dejado llevar por la adrenalina.  

“Prosiguió la sinfonía, y en el momento en el que las solistas debían lucir sus dotes -la mezzo soprano Anna Larsson y la soprano Klara Ek- sus técnicas vocales a la alemana, condicionada por el carácter gutural del idioma, no les ayudaron a equipararse con la orquesta y hacerse escuchar: era poesía lo que estaban cantando, y la poesía, normalmente, no se grita, mucho menos cuando se trata de un texto que habla de la vida y lo trascendente.” A este respecto debo hacerme una pregunta: ¿Usted se habrá tomado la molestia de leer el curriculum de estas dos cantantes? Porque permítame decirle que hay que ser atrevido para llamar “grito” a lo que salió del sistema fonador de estas dos artistas. Incluso me atrevería a decir que al principiante que tuve al lado, el cual ya mencione, jamás se le pasó por la cabeza llamarlo así, porque bastó girar la cabeza un poco a mitad del cuarto movimiento para ver las lagrimas que le brotaban a este señor por tan delicada y aterciopelada voz, ese mismo señor que al final del concierto me confesó que jamás se imagino que el poder de la música lo pudiera “transportar” tanto a su más remota infancia. ¿Técnicas vocales a la alemana? ¿Usted se fijo en que idioma esta copiado el texto de esta sinfonía? ¿Sabia usted que salvo la octava sinfonía cuyo texto está en latín, todas las demás sinfonías de Mahler que llevan coro o solistas están escritas en alemán? Las solistas no tenían que hacerse escuchar, debían formar parte de un todo tal cual como lo quiso el autor y créame que así lo hicieron, el balance fue el correcto, yo me encontraba ubicado en el balcón central del Teatro Teresa Carreño (segundo piso) y pude apreciar cada detalle. Por cierto, vale acotar que la Mezzo Soprano Anna Larsson viene de hacer esta misma sinfonía junto a esta misma orquesta y director en nada más y nada menos que la ultima edición de los BBC Proms de Londres, considerado uno de los más afamados y consagrados festivales de música académica del mundo, y donde si hay bastantes y buenos críticos que alabaron su interpretación. Lo anteriormente aclarado se corresponde con lo que prosiguió en su crítica. “De nuevo, el maestro Dudamel no toma en cuenta que cuando hay cantantes solistas la voz debe escucharse, y usa una exagerada cantidad de músicos y coralistas, cuando la partitura no lo exige.” Realmente desconozco en qué se basa para afirmar que “De nuevo” el maestro Dudamel incurre en un error en cuanto a la cantidad y balance. Al respecto permítame explicarle que las sinfonías de Mahler, a diferencia de las sinfonías de periodos musicales anteriores, rompen con el esquema de la orquesta clásica conformada así desde el Barroco, pasando por el Clásico hasta llegar al Romántico, el cual, prácticamente cierra Mahler con una orquestación amplia, no solo en instrumentación, sino en número, y tanto es así que a su octava sinfonía la tituló como la Sinfonía de los mil. Si esto no es prueba suficiente para demostrar que a Mahler le gustaba tener bastante gente en el escenario, no sé que se lo podrá demostrar. Dicho sea de paso que esta sinfonía también tiene dos sopranos solistas, dos contraltos solistas, tenor, barítono y bajo solista, coro infantil y doble coro a cuatro voces. ¿Bastante gente verdad? Como le gustaba a Mahler, y como estamos acostumbrados a ver los montajes sinfónico corales en Venezuela.  

“De hecho, hubo instantes en los que los arcos deben percutir sobre las cuerdas, y en lugar del sonido esperado se escuchaban unos fuetazos que distorsionaban la intención de la música.” Referente a este particular me tomaré la molestia de aclararle varias cosas. El término correcto de este recurso usado por la familia de cuerdas se le conoce como Col legno, y en efecto consiste en percutir los arcos sobre las cuerdas; Mahler lo señala en la partitura de la siguiente manera: geht mit dem bogen geschlagen cuya traducción es: se golpea con el arco. Supongo que su crítica se refiere al primer movimiento ya que yo también pude escucharlo, específicamente este efecto sucede en el Nicht eilen, donde luego de un arrebato de cambios de aire Mahler estabiliza el tempo y se encamina hacia uno de los momentos más “brillantes” de ese primer movimiento, el Molto pesante que ya le mencioné fue donde el público irrumpió en aplausos. De ser esto así considérese afortunada, pues su oído percibió justamente lo que Mahler quiso colorear allí, esos “fuetazos” que usted menciona. Por cierto me llama poderosamente la atención que no haya mencionado el haber escuchado una banda al fondo del teatro o muy lejana, ya que seguramente lo atribuiría a otro error por parte del director. “Ciertamente, la música de Gustav Mahler permite la grandilocuencia, pero exige, también, una buena dosis de mesura y de profundidad.” Acá no me voy a extender mucho, sencillamente le diré que Mahler no permite nada, todo lo que Mahler quiso lo dejó muy bien especificado en la partitura y por supuesto es tarea del director interpretar y respetar la misma, y conociendo la trayectoria del maestro Gustavo Dudamel le puedo asegurar que estuvo usted ante una de las personas que en la actualidad ha abordado con más seriedad y buen criterio a este extraordinario compositor como lo es Gustav Mahler. El maestro Gustavo Dudamel está a la altura de directores legendarios como Bruno Walter, Otto Klemperer, Georg Solti, o el mismísimo Leonard Bernstein, considerado uno de los mejores interpretes de Mahler junto a Claudio Abbado y Sir Simon Rattle, quienes estoy seguro habrán compartido muchísimo de su conocimiento con el maestro Dudamel. Nuestro modo de ver la música en Venezuela ha cambiado; el Sistema nos ha llevado a un nivel en el que ya es cotidiano, incluso en lugares como el Metro de Caracas oír nombres como Mahler, Tchaikovsky, Beethoven, Mozart; escuchar a niños de apenas siete u ocho años hablar de tal o cual sinfonía o de tal o cual versión. Por eso se debe tener cuidado al momento de emitir opinión, por supuesto muchísimo más al hacerlo por un medio de comunicación ya que nunca se sabe quien leerá. En este caso si, debo aclararle que soy un director de orquesta aún en formación surgido de este mismo Sistema, pero no es necesario ser un erudito musical para darse cuenta que lo que usted escribió en su articulo no se corresponde en lo más mínimo con la realidad de ese mágico momento como lo fue el concierto del martes 7 de febrero en el Teatro Teresa Carreño.

Leonardo Montúfar
C.I.: V-15.156.313.

De esta forma hacemos la invitación, a ustedes, el público de Pro Música Venezuela dar su propio testimonio comentando esta publicación.

Sin más nada que agregar agradecemos al Director Leonardo Montúfar por compartir con nosotros esta valiosa y pertinente información.